lunes, 22 de octubre de 2007

Las Stajanovistas Chilenas

Muchas veces nos preguntamos por qué Chile no crece más rápido de lo que lo hace hoy. Las respuestas pueden ser muchas, el crecimiento se puede generar por la innovación, o por la existencia de una brecha de desarrollo en las economías que puede suplirse con rendimientos superiores a una adición de capital (el llamado catch-up) o lisa y llanamente con la adición de capital a lo bruto.

Esta última modalidad de crecimiento, la de poner agregar capital a tontas y a locas ha sido bastante desprestigiada en la época actual, ya que la forma más simple de adicionar capital con bajo costo es poner a todo el mundo a trabajar.

De este modo, las economías socialistas de la posguerra parecían crecer a un ritmo imparable, todo el mundo debía participar de la reconstrucción del mundo socialista; los stajanovistas tratando de alcanzar las metas de producción de carbón o acero, o bien los menos motivados trabajadores forzados abriendo canales para la irrigación o el comercio.

Pero, ¿a qué viene este argumento con la realidad chilena? Bueno, a que si bien es cierto los excesos socialistas no son recomendables, sí es cierto que para que haya una mayor producción sirve el que más gente esté trabajando.

¿Y quieren saber quién NO está trabajando en Chile? En el gráfico inferior, que se puede obtener de Gapminder, podemos ver la relación entre participación de las mujeres en el mercado laboral y el producto per cápita.



Lo interesante es ver quienes son los únicos países que tienen que tienen una participación de mujeres en el mercado laboral inferior a Chile, pero al mismo tiempo tienen mayores ingresos. La respuesta es simple: Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Bahrein y Omán; que no son precisamente paraísos de la igualdad.

¿Qué es lo que sucede entonces?

Bueno, no se trata de que las mujeres sean flojas en este país, sino que contratar mujeres es caro en Chile, que los beneficios destinados a proteger a la mujer están dispuestos de tal forma que castigan al empleador que contrata sólo mujeres; y que finalmente el paternalismo termina por perjudicar a quien se supone se debiese proteger.

¿Y qué se debería hacer?

La respuesta no es tan simple, pero debiese apuntar a igualar los costos entre contratar hombres y mujeres, algunas medidas que ayudarían a disminuir esta brecha serían:

1. Igualar la edad de jubilación de las mujeres, llevándola a 65 años en primera instancia. Esto haría más atractivo el emplear a mujeres de más de 50 años y capacitarlas, sin el riesgo añadido de que se vayan a ir del trabajo anticipadamente.

2. Disminuir el período prenatal al mínimo recomendado médicamente.

3. Lograr que el período postnatal sea utilizado por cualquiera de los dos esposos dentro de un matrimonio indistintamente.

4. Disminuir la duración del fuero maternal, al mismo tiempo que otorgar un fuero paternal equivalente cuando la esposa legal dé a luz. Con esto se logra el doble objetivo de equiparar los costos de contratación entre hombres y mujeres y de evitar los incentivos a los nacimientos fuera de una familia constituida (se hace “más caro” tener hijos fuera del matrimonio).

Estas son sólo algunas ideas, pero en general se debe apuntar a la ecualización de costos para los empleadores entre hombres y mujeres, así como a incentivar que los permisos maternales o paternales se orienten hacia el bien común de la sociedad.

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